sábado, 3 de septiembre de 2022

Gonzalo Díaz-Letelier - La Constitución de 2022 (parte 1). El interregno: ¿Darse o no darse al rey?

 

LA CONSTITUCIÓN DE 2022 (PARTE 1). 

EL INTERREGNO: ¿DARSE O NO DARSE AL REY?

  

Gonzalo Díaz-Letelier

University of California Riverside

 

Fotograma de Derek Jarman (dir.), “Jubilee”, UK, 1976.

 

 1.- EL INTERREGNO: ¿DARSE O NO DARSE AL REY?

 Situados en el interregno entre la revuelta acéfala de octubre de 2019 –que involucraba la potencia de la revuelta feminista de 2018– y el plebiscito de salida sobre la nueva Constitución de 2022, es interesante calibrar las intensidades que tejen el campo de fuerzas en esta coyuntura y su disyunción. La traza heterocrónica de la revuelta, no datable historiográficamente, abre un tiempo anárquico, acéfalo, desarticulado: un tiempo en que la guerra civil que nos recorre (pues la polis siempre está fracturada) se hace explícita como una violencia de las formas que desborda el estatuto mismo de la guerra fascista que cierra el mundo y lo interrumpe, desobrando sus máquinas categoriales, identitarias y patriarco-relacionales, destituyendo sus mitologemas, sus patronazgos, sus pastorales y sus aparatos de organización autónoma de la dominación y la explotación –evangelización, civilización, democracia neoliberal. Sin embargo, el “fantasma portaliano” –para usar la fórmula que Karmy acuña para señalar la lógica y el imaginario político autoritario instalados por el ministro Diego Portales y que recorren la historia de Chile desde el siglo XIX–,[1] instanciado como un partido del orden que bloquea toda profundización democrática en virtud de la cual los pueblos puedan convertirse en agentes de su propia historia,[2] despliega una asonada de terror mediático, económico y bélico que hoy opera una suerte de paradigma inmunitario contra todas las formas de proliferación de vida pagana o anarquización democrática que han tenido lugar desde fines de los sesenta y contra el acontecimiento histórico de que un pueblo plural-singular insolentado haya puesto en juego la realización de una de las ideas fundamentales del pensamiento liberal moderno –que el pueblo se dé su propia Constitución. Es decir, frente al evento de la desarticulación de las formas arcónticas y oligárquicas de la institución del pensamiento moderno –y de su pensamiento de la institución en todos sus registros–, nos quieren arrastrar no sólo hacia un momento previo al 68 (en virtud de una “batalla cultural” esgrimida en función de una contrarrevolución conservadora o gramscismo invertido) sino, incluso, a un momento previo a la revolución francesa de fines del siglo XVIII (revocando la mentada promesa democrática de que el pueblo se dé su propia Constitución). 

        Pero ¿en qué tipo de interregno estamos? ¿qué significa estar situados entre las trazas de la revuelta y el fantasma portaliano? ¿Se trata el mentado “interregno” de un estar entre dos reinos (inter-regnum), entre dos territorializaciones soberano-gubernamentales? ¿Es el tiempo del peligro y la suspensión de la soberanía un mero hiatus irrationalis transicional entre dos hegemonías y dos regímenes de producción? ¿Se trata de un evento discreto de violencia transicional entre dos formas de imperium organizadas, personificadas de manera vicaria o automatizadas en gobernanza abstracta, y en cualquier caso ciertamente autoinmunizadas de la contingencia material de la potencia imaginal de los pueblos figurantes? En nuestro caso, la traza de la revuelta no se reduce a la constituyente, pero se puede expresar en ella, sin cerrarla en nuevo régimen, sustrayéndose de la dialéctica entre potencia destituyente y poder constituyente, manteniendo la potencia de la imaginación excéntrica respecto del cierre y centramiento de todo imaginario y regencia. En medio del humo de las barricadas y las cenizas de los conceptos políticos clásicos, en tiempo disjunto (time out of joint), el devenir destituyente ha atravesado hasta hoy, entre otros senderos, el de un conato constituyente en orden a la derogación del cadáver jurídico-institucional neoliberal legado por la última dictadura manu militari. Este conato implica pensar no sólo una nueva relacionalidad entre las cosas y entre los mundos, sino ante todo otra relación no dispositiva entre vida y ley –una relación protésica con la ley que se sustraiga de toda sacralización de la misma. La pregunta sigue siendo, como siempre, “darse o no darse al rey” –pero evitando el desenlace de restauración y reconciliación que sella, por ejemplo, el célebre relato de Lope de Vega en «Fuenteovejuna».[3] Sigue siendo una tarea pensar la relación entre potencia destituyente y conato constituyente, pero sin que lo segundo neutralice a lo primero en el sentido de una “superación” (Aufhebung), sino como la violencia del evento inscrito en las formas de un modo irreductible. A la larga inconmensurables, el proceso de la asamblea constituyente no deja atrás la revuelta ni la encauza mediante una ritualización institucional –como quisiera el sociologismo que esgrime el discurso de la “anomia”–, sino que le da una ocasión de expresión a su potencia –que es potencia común de imaginar y no reduce lo común ni al Estado ni a dispositivo categorial-atributivo de la persona alguno.

 


[1] Karmy, Rodrigo, «El fantasma portaliano. Arte de gobierno y república de los cuerpos», Ediciones UFRO, Temuco, 12022. El “fantasma portaliano”, lejos de instalar un trascendental fáctico, remite a la continuidad diferida de una lógica principial y axiomática que ha sostenido el imaginario político y el habitus de las clases dominantes oligárquicas desde la época de la transición de la colonia a la república chilena. Es parte de su performance, precisamente, autoafirmarse como aparato trascendental de legitimidad y legalidad.  

[2] Marx, Karl, «El 18 Brumario de Luis Bonaparte», Ediciones Fundación Federico Engels, Madrid, 12003.

[3] Vega, Lope de, «Fuente Ovejuna», Ediciones Cátedra, Madrid, 11994.

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