Una primera versión de estas
notas de Gerardo Muñoz fueron publicadas en el sitio Infrapolitical Deconstruction:
* * *
Cinco hipótesis sobre Reiner Schürmann y el fin de
la política principial.
Gerardo Muñoz
Caía la
noche en el Revolution Cafe & Bar de Bryan, en Texas, cuando Sergio
Villalobos-Ruminott sugirió que más importante que devenir “expertos” en
materia filosófica, lo decisivo era producir en cada encuentro un desalojo de
nuestras pieles. Dejar atrás nuestros pellejos, tal y como lo hacen lagartijas
en el desierto, agregué yo. Es una imagen pertinente –la de devenir
lagartijas en el desierto–, que de alguna manera fue sinécdoque de lo que
tuvo lugar en el taller en torno al pensamiento de Reiner Schürmann en la
Universidad de Texas A&M a comienzos del mes de Enero. Fue una conferencia
necesaria en la medida en que puso una serie de debates en línea. Debates que algunos
de nosotros hemos venido sosteniendo en los últimos años, y que no
necesariamente se reducen al proyecto en curso de infrapolítica y
deconstrucción.
El propósito
del taller –si es que acaso se puede decir que tuvo “propósito”– nada tuvo que
ver con el principio de goce narcisista académico, ni con una conversación sobre
el nombre de pila “Schürmann” como nuevo “marco teórico” en el mercado de las mercancías
de la Universidad contemporánea. Tampoco interesaba hacer de Schürmann una cuestión
de “deber”, en cuanto a que “ahora debemos” discutir su pensamiento como moda teórica
acotada al presente. Al contrario, lo que se solicitaba era instalar a
Schürmann como una pieza más en una constelación de un cierto “saber nocturno” –según
al propio autor en «Hégémonies Brisées»– capaz de producir momentos de
encuentro y retiro, a saber, un pensamiento en los bordes de la estructuración
epocal de la historia del ser y del agotamiento del pensamiento principial. Lo
que aún sigue interesando de Schürmann –de sus obras, sus gestos, y su des-legado–
es la capacidad de hacer pensable la relación entre la maximización fantasmática
de la hegemonía, la articulación principial, y la pregunta por la finitud. El
abandono de esto último es lo que él mismo llama “rechazo trágico”, cuya consecuencia
es la producción del mal.
En cualquier
caso, Schürmann contribuye de manera fundamental, tal y como lo expuso Alberto
Moreiras, a un pensamiento infrapolítico como pliegue al interior de la
Universidad y su maquinación reproductiva [1]. Sin lugar a dudas, “devenir lagartijas” es muy distinto de
“devenir schürmaneanos”. Los primeros buscan retirarse del olvido de lo trágico
afirmando la singularización que viene como espacio irreducible a una voluntad,
lo cual es metonímico del recomienzo de un pensamiento sin principios. Los
segundos son los filósofos profesionales comprometidos con la acumulación de
saber, y por consiguiente, adalides contra el singular de la vida. Al hacer
esta distinción no estoy afirmando un juicio normativo, sino estableciendo
diferencias básicas para retener condiciones mínimas de debate. Tampoco se
trata, en última instancia, de “sacrificar” el suelo del saber en nombre de la
segunda opción.
El “saber nocturno” apunta a la deriva
del pensamiento más allá de su inscripción en la locación o la herencia, en la lógica
del nombre propio o en el archivo, en el saber experto o en la relación ética.
Y sin embargo, todas estas inflexiones mantienen su relevancia, aun cuando no
agoten la posibilidad de un pensamiento otro desligado de la proximidad al
Amo constitutiva de ese “estar en deuda”. Es siempre una tarea imposible
reconstruir un debate o intercambio cuyas consecuencias y “efectos” están
siempre más allá de nuestro alcance. Los efectos se nos escapan, y justamente
por esa razón es que son irreducibles. Lo que me gustaría hacer en el espacio
restante de este texto es trazar un cuadro muy esquemático de las que me
parecieron que fueron las “cinco hipótesis” centrales del debate en torno a
Schürmann. Está demás decir que no son las únicas hipótesis. Para mí
esta enumeración es tan sólo preparatoria para una investigación en curso en relación
con el proyecto de infrapolítica.
1. La
hipótesis “epocal”. Schürmann produce una auto-ruptura en su monumental «Hégémonies Brisées». A diferencia
de «Le principe d'anarchie: Heidegger et la question de l'agir»,
el texto señalado instala una topología de la historia del ser como montaje heterocrónico
que des-escribe la síntesis de la «Fenomenología del Espíritu» de
Hegel –esta es la tesis es de Stefano Franchi. En cualquier caso, «Hégémonies Brisées» supone un desafío
mayor a la estructuración de la filosofía de la historia y su capacidad de modernización
compulsiva. La “separación” contra la “síntesis” genera nuevos parámetros para
pensar el diferendo natalidad-mortalidad en un movimiento no-dialectico, pero
no por esto menos político. Lo que está en juego no es menor, ya que más allá
de llevar a la ruina la filosofía de la historia, Schürmann establece un
pliegue contra el diferendo legitimidad-legalidad que nos obliga a repensar todas
las categorías de la política moderna. En efecto, la noción de “epocalidad” o de
“épocas” des-hace la metaforicidad de la historia en cuanto historia del olvido
del ser que busca el retiro del “poema del desarrollo”. Quizás en este punto Schürmann
se acerca como en ningún otro momento a la destrucción que Jacques Derrida propone
en «Heidegger: la question de l'Être et l'Histoire» (Cours de l’ENS-Ulm
1964-1965). El nexo entre epocalidad y fin de la economía principial –y que es
consistente con la anarquía de cara a la globalización tardía de nuestros
tiempos– es una pregunta que permaneció abierta al debate. En su importante intervención
sobre metafísica y anarquía, Sergio Villalobos-Ruminott
yuxtapuso la crítica schurmaniana de la “textualidad deconstructiva” –un
paréntesis entre filosofías–, tal y como se explicita al comienzo de «Hégémonies Brisées», y la apuesta
de este último a ingresar al “entramado del texto” (the thicket of the text) en lugar de “jugar” desde sus bordes. Pero
si esto es lo que está en juego en la epocalidad –de alguna forma en contra de la deconstrucción–, ¿no es
la deconstrucción misma el trabajo de una retirada del sonambulismo que supone
la “maximización hegemónica” hacia esos espacios que permanecen contaminados
por una mínima labor de toda transgresión? El propio diferendo entre Derrida y
Schürmann es un campo para una continua problematización. En otras palabras: ¿de
qué manera pensar el postulado de la “finalidad post-hegemónica” que se anuncia
hacia el final de «Hégémonies
Brisées» junto a la difference deconstructiva? Quizás no haya
que tomar una decisión fuerte en este diferendo.
2. La
hipótesis de la “democracia”. No está desarrollada la manera en que
Schürmann sitúa el problema de la “democracia” entre el fin del pensamiento
principial y la maximización legislativa-transgresiva. ¿Hasta qué punto es la
democracia a-principial? Y si esa es tal cual, ¿cómo explicar la topología
transformativa que ocurre desde el “momento isonómico griego” (Martínez Marzoa,
Vlastos), pasando por el “momento maquiavélico moderno” (Pocock), hasta llegar
a la anomia democrática de nuestros tiempos? Si la reflexión infrapolítica
es también la pregunta por la democracia, lo que se anuncia como tarea futura es
indagar incisivamente sobre la potencia de la democracia más allá de las
limitaciones arendtianas que informan la categoría de lo “político” en Schürmann
[2]. Como ha sugerido Guillermo García Ureña, los límites en torno a la democracia
en Schürmann pudieran complicarse si nos hacernos cargo de El concepto de lo
civil, del filósofo español Felipe Martínez Marzoa, donde está en juego el
cruce entre singularidad que viene en la medida en que se entrega a su destino
trágico. La pregunta por la democracia tiene relevancia para el pensamiento sólo
en la medida en que se pueda pensar por fuera de la estructuración comunitaria,
entendida como maximización de la natalidad en detrimento de la condición
trágica. Si entendemos a Arendt como el pensamiento que pone sobre la mesa la
antinomia entre oikos y polis, quizás rechazamos de manera muy
apresurada la pregunta por la stasis o guerra civil, en cuanto fantasma
de toda democracia dominada por la categoría del “ciudadano” [3]. Al interior
de la “guerra civil global” en curso, es también necesario pensar el principio
de democracia a la par de la facticidad del neoliberalismo financiero. Este
(des)encuentro fue el que señalaron, de diversas formas, los incisivos trabajos
de Charles Hatfield y Patrick Dove en torno a la máxima de Silesio “la vida es
sin porqué”, cuyo lado oscuro –quizás– coincide con la condición nihílica de la
acumulación contemporánea, así como con sus ideologías del “fin de la Historia”
(Huntington).
3. La
hipótesis de la “vida”. Tanto Stefano Franchi como Alberto Moreiras
sugirieron que «Hégémonies Brisées»
se abre radicalmente a la pregunta por la “vida” –y la existencia. Esta
apertura substancial contra la denegación trágica retoma la pregunta por la
vida de otro modo. Es aquí donde es fundamental pensar la “pasión” y la
“comedia”. Para Franchi la experiencia trágica rebota hacia la comicidad,
mientras que para Moreiras esto supone un regreso a la analítica existencia
heideggeriana en preparación para una posible “desistencia infrapolítica”. Pero
si hemos referido lo “posible” es porque su condición supone lo “imposible”,
tal y como recordó Ronald Mendoza en una lectura especifica de la potencia en «Ser
y Tiempo». Este no es un asunto meramente exegético, puesto que al
centro de la discusión encontramos la disputa por la economía de la potencia (energeia
y dynamis) en la «Metafísica» de Aristóteles.
Reabrir la pregunta por la potencia tiene como consecuencia un desapego radical
de toda clausura biopolítica. La desistencia hacia el destino trágico nos
redirige hacia la pregunta por la vida más allá de las antinomias que regulan
la causalidad y la ontología distributiva que ha contribuido a la armazón de la
máquina antropología occidental que divide humano y animal como principio general
de sentido. Esta fue la tesis de Giorgio Agamben en «Lo aperto».
4. La hipótesis
del “texto”. Sería injusto imputarle a Schürmann y a su topología un “olvido”
de la pregunta por la narrativización y la economía literaria en específico. ¿Qué
son los mitos sino una máquina textual, tal y como lo supone entender Furio
Jesi, que organiza y excede la propia economía de los fantasmas? Sin embargo,
hay mucho trabajo que echar adelante en cuanto a la
relación entre topología del ser y la función de lo literario (imaginación). Fue
en esta intersección donde Marco Dorfsman introdujo la pregunta por lo
“poético”, y Humberto Nuñez sobre lo “marrano”;
dos figuras que cavilan la morada exílica en el registro de la lengua. La
literatura debemos entenderla en función del exceso de esa economía textual de
maximización y del mandamiento (archē)
principial. De ahí que lo literario sea central para tematizar la pregunta por
la vida –Franchi apuntó a la figura del “idiota”, mientras que Teresa Vilaros aludió
la “errancia” del Quijote, y Moreiras al “pícaro” de la novela española. Yo
introduciría también en este registro «La Divina Comedia» de Dante,
donde la vida mundana apunta al tránsito de la natura hacia la
epocalidad pasiva moderna [4].
5. La
hipótesis sobre Lutero. La única figura que le arroja una sombra a la
estructuración topológica en «Hégémonies
Brisées» es la figura de Lutero. Al introducir al pionero de la
Reforma en la topología de la historia de ser, Schürmann gana terreno en cuanto
a poder reformular la pregunta del “sujeto” moderno a contrapelo del cogito
cartesiano, el sujeto autónomo de Kant, o el deus sive natura spinozista. Lutero sobresale en la estructura de «Hégémonies Brisées», puesto que
hace posible pensar los pliegues internos que organizan la propia topología
sin síntesis. Y es que a través de Lutero reaparece la posibilidad, si bien
sólo dada en “negativo”, de un des-fundamento del sujeto como vaciamiento del
significante “Dios”, tal y como aparece en el retiro místico de los sermones de
Eckhart. Fue así que Jaime Rodríguez Matos dio cuenta de que los argumentos
sobre la existencia de Dios suelen operar como inseminación hacia la ruina de
la categoría del sujeto.
¿Y qué ha sido la politicidad moderna, sino
condición hiperbólica de subjetividad-subjetivación? A partir de la figura de
Lutero, Schürmann da cuenta de la trascendencia pasiva, cuya deriva heterónoma marca
el fin de sujeto de mando (archē) y
del deber. Esto tiene repercusiones fundamentales para la reflexión
latinoamericanista moderna, en cuanto a su constitución estatal, pero también
en términos de su historia más reciente de endeudamiento soberano –fue aquí
donde Samuel Steinberg presentó el caso del “Leviatán mexicano”. La militancia luterana
ofrece otro paradigma para repensar la secularización epocal en Occidente que
complementa el “decisionismo” schmittiano con la vocación pasiva
a través de la “palabra” (logos). Pero es también con Lutero donde
pudiéramos comenzar a discutir la narrativización de la historia del desarrollo
estatal, constituida desde el diferendo y la repetición –tal y como sugirió José
Valero. En otros términos, Michela Ruso discutió cómo la cuestión de la
historia nos remite a la necesaria problematización del archivo y la herencia,
del origen (archē) y de la historia
de la filosofía, de la regulación entre conservación y ruptura, formas tampoco ajenas
a la reflexión latinoamericanista.
Hay algo más. Siendo hispanistas o latinoamericanistas
en la universidad contemporánea, uno ha de renunciar a todo indicio de “deber”
asociado con “llevar adelante” el legado de Schürmann, o incluso, a promocionar
su nombre de pila como nuevo horizonte académico-teórico. Lo fundamental es que
la topología del ser schurmaniana pareciera ser mucho más relevante que la
ofrecida por el propio Heidegger. Más ahora con la publicación de los «Cuadernos
Negros» y los trabajos exegéticos de Peter Trawny. Y esta es razón
suficiente para pensar junto a Schürmann, aún cuando persista la astucia de la
metafísica. Si partimos de que un nuevo giro tendría que ser
necesariamente alocacional y aprincipial, el repertorio de Reiner Schürmann ofrece
la suspensión de los propios suelos desde los cuales se nutren nuestros saberes
y juicios.
Notas
[1]
Alberto Moreiras, “Preliminary remarks on infrapolitical anarchy: the work of
Reiner Schürmann”, accessible en:
[2] Reiner Schürmann, “Juicio y diferendo”
(introducción a la colección «The Public
Realm: essays on discursive types in political philosophy», SUNY, 1989); traducción por Gerardo Muñoz.
[3] Giorgio Agamben, «Stasis», traducción al castellano:
[4]
Eric Auerbach, «Dante: poet of the
secular world», University of Chicago Press, 1961.
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