lunes, 29 de febrero de 2016

Gerardo Muñoz, "Cinco hipótesis sobre Reiner Schürmann y el fin de la política principial".



Una primera versión de estas notas de Gerardo Muñoz fueron publicadas en el sitio Infrapolitical Deconstruction:


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Cinco hipótesis sobre Reiner Schürmann y el fin de la política principial.

Gerardo Muñoz
  

Caía la noche en el Revolution Cafe & Bar de Bryan, en Texas, cuando Sergio Villalobos-Ruminott sugirió que más importante que devenir “expertos” en materia filosófica, lo decisivo era producir en cada encuentro un desalojo de nuestras pieles. Dejar atrás nuestros pellejos, tal y como lo hacen lagartijas en el desierto, agregué yo. Es una imagen pertinente –la de devenir lagartijas en el desierto–, que de alguna manera fue sinécdoque de lo que tuvo lugar en el taller en torno al pensamiento de Reiner Schürmann en la Universidad de Texas A&M a comienzos del mes de Enero. Fue una conferencia necesaria en la medida en que puso una serie de debates en línea. Debates que algunos de nosotros hemos venido sosteniendo en los últimos años, y que no necesariamente se reducen al proyecto en curso de infrapolítica y deconstrucción.

El propósito del taller –si es que acaso se puede decir que tuvo “propósito”– nada tuvo que ver con el principio de goce narcisista académico, ni con una conversación sobre el nombre de pila “Schürmann” como nuevo “marco teórico” en el mercado de las mercancías de la Universidad contemporánea. Tampoco interesaba hacer de Schürmann una cuestión de “deber”, en cuanto a que “ahora debemos” discutir su pensamiento como moda teórica acotada al presente. Al contrario, lo que se solicitaba era instalar a Schürmann como una pieza más en una constelación de un cierto “saber nocturno” –según al propio autor en «Hégémonies Brisées»– capaz de producir momentos de encuentro y retiro, a saber, un pensamiento en los bordes de la estructuración epocal de la historia del ser y del agotamiento del pensamiento principial. Lo que aún sigue interesando de Schürmann –de sus obras, sus gestos, y su des-legado– es la capacidad de hacer pensable la relación entre la maximización fantasmática de la hegemonía, la articulación principial, y la pregunta por la finitud. El abandono de esto último es lo que él mismo llama “rechazo trágico”, cuya consecuencia es la producción del mal.

En cualquier caso, Schürmann contribuye de manera fundamental, tal y como lo expuso Alberto Moreiras, a un pensamiento infrapolítico como pliegue al interior de la Universidad y su maquinación reproductiva [1]. Sin lugar a dudas, “devenir lagartijas” es muy distinto de “devenir schürmaneanos”. Los primeros buscan retirarse del olvido de lo trágico afirmando la singularización que viene como espacio irreducible a una voluntad, lo cual es metonímico del recomienzo de un pensamiento sin principios. Los segundos son los filósofos profesionales comprometidos con la acumulación de saber, y por consiguiente, adalides contra el singular de la vida. Al hacer esta distinción no estoy afirmando un juicio normativo, sino estableciendo diferencias básicas para retener condiciones mínimas de debate. Tampoco se trata, en última instancia, de “sacrificar” el suelo del saber en nombre de la segunda opción.

El “saber nocturno” apunta a la deriva del pensamiento más allá de su inscripción en la locación o la herencia, en la lógica del nombre propio o en el archivo, en el saber experto o en la relación ética. Y sin embargo, todas estas inflexiones mantienen su relevancia, aun cuando no agoten la posibilidad de un pensamiento otro desligado de la proximidad al Amo constitutiva de ese “estar en deuda”. Es siempre una tarea imposible reconstruir un debate o intercambio cuyas consecuencias y “efectos” están siempre más allá de nuestro alcance. Los efectos se nos escapan, y justamente por esa razón es que son irreducibles. Lo que me gustaría hacer en el espacio restante de este texto es trazar un cuadro muy esquemático de las que me parecieron que fueron las “cinco hipótesis” centrales del debate en torno a Schürmann. Está demás decir que no son las únicas hipótesis. Para mí esta enumeración es tan sólo preparatoria para una investigación en curso en relación con el proyecto de infrapolítica.

1. La hipótesis “epocal”. Schürmann produce una auto-ruptura en su monumental «Hégémonies Brisées». A diferencia de «Le principe d'anarchie: Heidegger et la question de l'agir», el texto señalado instala una topología de la historia del ser como montaje heterocrónico que des-escribe la síntesis de la «Fenomenología del Espíritu» de Hegel –esta es la tesis es de Stefano Franchi. En cualquier caso, «Hégémonies Brisées» supone un desafío mayor a la estructuración de la filosofía de la historia y su capacidad de modernización compulsiva. La “separación” contra la “síntesis” genera nuevos parámetros para pensar el diferendo natalidad-mortalidad en un movimiento no-dialectico, pero no por esto menos político. Lo que está en juego no es menor, ya que más allá de llevar a la ruina la filosofía de la historia, Schürmann establece un pliegue contra el diferendo legitimidad-legalidad que nos obliga a repensar todas las categorías de la política moderna. En efecto, la noción de “epocalidad” o de “épocas” des-hace la metaforicidad de la historia en cuanto historia del olvido del ser que busca el retiro del “poema del desarrollo”. Quizás en este punto Schürmann se acerca como en ningún otro momento a la destrucción que Jacques Derrida propone en «Heidegger: la question de l'Être et l'Histoire» (Cours de l’ENS-Ulm 1964-1965). El nexo entre epocalidad y fin de la economía principial –y que es consistente con la anarquía de cara a la globalización tardía de nuestros tiempos– es una pregunta que permaneció abierta al debate. En su importante intervención sobre metafísica y anarquía, Sergio Villalobos-Ruminott yuxtapuso la crítica schurmaniana de la “textualidad deconstructiva” –un paréntesis entre filosofías–, tal y como se explicita al comienzo de «Hégémonies Brisées», y la apuesta de este último a ingresar al “entramado del texto” (the thicket of the text) en lugar de “jugar” desde sus bordes. Pero si esto es lo que está en juego en la epocalidad –de alguna forma en contra de la deconstrucción–, ¿no es la deconstrucción misma el trabajo de una retirada del sonambulismo que supone la “maximización hegemónica” hacia esos espacios que permanecen contaminados por una mínima labor de toda transgresión? El propio diferendo entre Derrida y Schürmann es un campo para una continua problematización. En otras palabras: ¿de qué manera pensar el postulado de la “finalidad post-hegemónica” que se anuncia hacia el final de «Hégémonies Brisées» junto a la difference deconstructiva? Quizás no haya que tomar una decisión fuerte en este diferendo.

2. La hipótesis de la “democracia”. No está desarrollada la manera en que Schürmann sitúa el problema de la “democracia” entre el fin del pensamiento principial y la maximización legislativa-transgresiva. ¿Hasta qué punto es la democracia a-principial? Y si esa es tal cual, ¿cómo explicar la topología transformativa que ocurre desde el “momento isonómico griego” (Martínez Marzoa, Vlastos), pasando por el “momento maquiavélico moderno” (Pocock), hasta llegar a la anomia democrática de nuestros tiempos? Si la reflexión infrapolítica es también la pregunta por la democracia, lo que se anuncia como tarea futura es indagar incisivamente sobre la potencia de la democracia más allá de las limitaciones arendtianas que informan la categoría de lo “político” en Schürmann [2]. Como ha sugerido Guillermo García Ureña, los límites en torno a la democracia en Schürmann pudieran complicarse si nos hacernos cargo de El concepto de lo civil, del filósofo español Felipe Martínez Marzoa, donde está en juego el cruce entre singularidad que viene en la medida en que se entrega a su destino trágico. La pregunta por la democracia tiene relevancia para el pensamiento sólo en la medida en que se pueda pensar por fuera de la estructuración comunitaria, entendida como maximización de la natalidad en detrimento de la condición trágica. Si entendemos a Arendt como el pensamiento que pone sobre la mesa la antinomia entre oikos y polis, quizás rechazamos de manera muy apresurada la pregunta por la stasis o guerra civil, en cuanto fantasma de toda democracia dominada por la categoría del “ciudadano” [3]. Al interior de la “guerra civil global” en curso, es también necesario pensar el principio de democracia a la par de la facticidad del neoliberalismo financiero. Este (des)encuentro fue el que señalaron, de diversas formas, los incisivos trabajos de Charles Hatfield y Patrick Dove en torno a la máxima de Silesio “la vida es sin porqué”, cuyo lado oscuro –quizás– coincide con la condición nihílica de la acumulación contemporánea, así como con sus ideologías del “fin de la Historia” (Huntington).

3. La hipótesis de la “vida”. Tanto Stefano Franchi como Alberto Moreiras sugirieron que «Hégémonies Brisées» se abre radicalmente a la pregunta por la “vida” –y la existencia. Esta apertura substancial contra la denegación trágica retoma la pregunta por la vida de otro modo. Es aquí donde es fundamental pensar la “pasión” y la “comedia”. Para Franchi la experiencia trágica rebota hacia la comicidad, mientras que para Moreiras esto supone un regreso a la analítica existencia heideggeriana en preparación para una posible “desistencia infrapolítica”. Pero si hemos referido lo “posible” es porque su condición supone lo “imposible”, tal y como recordó Ronald Mendoza en una lectura especifica de la potencia en «Ser y Tiempo». Este no es un asunto meramente exegético, puesto que al centro de la discusión encontramos la disputa por la economía de la potencia (energeia y dynamis) en la «Metafísica» de Aristóteles. Reabrir la pregunta por la potencia tiene como consecuencia un desapego radical de toda clausura biopolítica. La desistencia hacia el destino trágico nos redirige hacia la pregunta por la vida más allá de las antinomias que regulan la causalidad y la ontología distributiva que ha contribuido a la armazón de la máquina antropología occidental que divide humano y animal como principio general de sentido. Esta fue la tesis de Giorgio Agamben en «Lo aperto».

4. La hipótesis del “texto”. Sería injusto imputarle a Schürmann y a su topología un “olvido” de la pregunta por la narrativización y la economía literaria en específico. ¿Qué son los mitos sino una máquina textual, tal y como lo supone entender Furio Jesi, que organiza y excede la propia economía de los fantasmas? Sin embargo, hay mucho trabajo que echar adelante en cuanto a la relación entre topología del ser y la función de lo literario (imaginación). Fue en esta intersección donde Marco Dorfsman introdujo la pregunta por lo “poético”, y Humberto  Nuñez sobre lo “marrano”; dos figuras que cavilan la morada exílica en el registro de la lengua. La literatura debemos entenderla en función del exceso de esa economía textual de maximización y del mandamiento (archē) principial. De ahí que lo literario sea central para tematizar la pregunta por la vida –Franchi apuntó a la figura del “idiota”, mientras que Teresa Vilaros aludió la “errancia” del Quijote, y Moreiras al “pícaro” de la novela española. Yo introduciría también en este registro «La Divina Comedia» de Dante, donde la vida mundana apunta al tránsito de la natura hacia la epocalidad pasiva moderna [4].

5. La hipótesis sobre Lutero. La única figura que le arroja una sombra a la estructuración topológica en «Hégémonies Brisées» es la figura de Lutero. Al introducir al pionero de la Reforma en la topología de la historia de ser, Schürmann gana terreno en cuanto a poder reformular la pregunta del “sujeto” moderno a contrapelo del cogito cartesiano, el sujeto autónomo de Kant, o el deus sive natura spinozista. Lutero sobresale en la estructura de «Hégémonies Brisées», puesto que hace posible pensar los pliegues internos que organizan la propia topología sin síntesis. Y es que a través de Lutero reaparece la posibilidad, si bien sólo dada en “negativo”, de un des-fundamento del sujeto como vaciamiento del significante “Dios”, tal y como aparece en el retiro místico de los sermones de Eckhart. Fue así que Jaime Rodríguez Matos dio cuenta de que los argumentos sobre la existencia de Dios suelen operar como inseminación hacia la ruina de la categoría del sujeto.

¿Y qué ha sido la politicidad moderna, sino condición hiperbólica de subjetividad-subjetivación? A partir de la figura de Lutero, Schürmann da cuenta de la trascendencia pasiva, cuya deriva heterónoma marca el fin de sujeto de mando (archē) y del deber. Esto tiene repercusiones fundamentales para la reflexión latinoamericanista moderna, en cuanto a su constitución estatal, pero también en términos de su historia más reciente de endeudamiento soberano –fue aquí donde Samuel Steinberg presentó el caso del “Leviatán mexicano”. La militancia luterana ofrece otro paradigma para repensar la secularización epocal en Occidente que complementa el “decisionismo” schmittiano con la vocación pasiva a través de la “palabra” (logos). Pero es también con Lutero donde pudiéramos comenzar a discutir la narrativización de la historia del desarrollo estatal, constituida desde el diferendo y la repetición –tal y como sugirió José Valero. En otros términos, Michela Ruso discutió cómo la cuestión de la historia nos remite a la necesaria problematización del archivo y la herencia, del origen (archē) y de la historia de la filosofía, de la regulación entre conservación y ruptura, formas tampoco ajenas a la reflexión latinoamericanista.  

 Hay algo más. Siendo hispanistas o latinoamericanistas en la universidad contemporánea, uno ha de renunciar a todo indicio de “deber” asociado con “llevar adelante” el legado de Schürmann, o incluso, a promocionar su nombre de pila como nuevo horizonte académico-teórico. Lo fundamental es que la topología del ser schurmaniana pareciera ser mucho más relevante que la ofrecida por el propio Heidegger. Más ahora con la publicación de los «Cuadernos Negros» y los trabajos exegéticos de Peter Trawny. Y esta es razón suficiente para pensar junto a Schürmann, aún cuando persista la astucia de la metafísica. Si partimos de que un nuevo giro tendría que ser necesariamente alocacional y aprincipial, el repertorio de Reiner Schürmann ofrece la suspensión de los propios suelos desde los cuales se nutren nuestros saberes y juicios. 


Notas

[1] Alberto Moreiras, “Preliminary remarks on infrapolitical anarchy: the work of Reiner Schürmann”, accessible en:

[2] Reiner Schürmann, “Juicio y diferendo” (introducción a la colección «The Public Realm: essays on discursive types in political philosophy», SUNY, 1989); traducción por Gerardo Muñoz.

[3] Giorgio Agamben, «Stasis», traducción al castellano:

[4] Eric Auerbach, «Dante: poet of the secular world», University of Chicago Press, 1961.

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