martes, 13 de agosto de 2024

Emmanuel Haddad / Gaza: “¿A partir de cuántos muertos pasamos de la indignación a la indiferencia?” (15 de julio de 2024, L’Orient-Le Jour, Beirut, El Líbano)

Traducción del francés al español por Baptistine Guevart de un artículo de Emmanuel Haddad publicado el 15 de julio de 2024 en el periódico francófono L’Orient-Le Jour de Beirut, El Líbano, bajo el título “À Gaza, la banalisation de l’horreur. Les atrocités perpétrées par Israël se suivent et se ressemblent dans l’enclave occupée, mais l’attention médiatique s’estompe. Nous sommes-nous habitués au pire?”:

Republicado el mismo día en París, Francia, por Courrier International, bajo el título “Gaza: À partir de combien de morts passe-t-on de l’indignation à l’indifférence?”:


Gaza: “¿A partir de cuántos muertos pasamos de la indignación a la indiferencia?”

Emmanuel Haddad

En Gaza, la banalización del horror. Las atrocidades perpetradas por Israel se suceden con intensidad en el enclave ocupado, pero la atención de los medios de comunicación está disminuyendo. ¿Nos hemos acostumbrado a lo peor?

“Son niñes, niñes de 7 a 12 años de edad, el mayor estaba en primer año en la universidad, eran todos civiles”, grita con desesperación Aya Al-Agha, una de les sobrevivientes de la masacre perpetrada por el ejército israelí que produjo noventa muertes y más de 300 herides el sábado 13 de julio en el campo de Al-Mawasi de Khan Younès, en el sur de la franja de Gaza, según el Ministerio de Salud del enclave ocupado. Casi un centenar más de asesinades. En Gaza, el conteo macabro no para de crecer ni un día, ni una hora. Unas horas después de este ataque que tuvo como objetivo militar una “zona humanitaria” supuestamente segura según los propios criterios del Estado israelí, otro ataque aéreo asesina veinte civiles en el campo de refugiados de Al-Shati, en el oeste de la ciudad de Gaza, según la Defensa Civil palestina. El balance de la ofensiva israelí en el enclave es ahora de 38.584 palestines asesinades y 88.881 herides, según las autoridades locales, mientras la revista médica británica The Lancet —medio de reconocida seriedad— evoca al menos 186.000 muertes tomando en cuenta las causas “indirectas” relacionadas al conflicto. Por lo tanto, en la medida en que el balance se agrava, la emoción de la opinión pública mundial parece agotarse.

¿A partir de cuántos muertos pasamos de la indignación a la indiferencia? Esta pregunta rancia y sórdida surge inevitablemente cuando, en la medida en que una guerra se instala prolongándose en el tiempo, los medios se convierten en contabilizadores de lo peor y la amplitud del desastre se vuelve tan grande que humanizar a cada víctima se torna un desafío. El Líbano, Irak, Siria y otros países en guerra en el Medioriente vivieron en carne propia la cita cínica del escritor alemán Kurt Tucholsky, a menudo atribuida erróneamente a Stalin, “La muerte de un ser humano es una catástrofe. Cien mil muertos, es una estadística”.

“Lamentablemente, en los países árabes, donde la guerra se coloca constantemente a nuestras puertas, nos habituamos muy rápido a un alto nivel de violencia. Mi primera experiencia de normalización de la violencia tuvo lugar tras la invasión americana (sic) a Irak, cuando el país estaba sumido en el caos, y donde cada día traía su cuota de atentados y muertes”, recuerda Hayat El-Hariri, investigadora libanesa de la relación entre medios y política.

“El crimen más odioso es que te habitúen a ello”

Más allá de Medioriente, los sufrimientos de les habitantes de Gaza no parecen tener el mismo eco en los medios internacionales, más de diez meses después del inicio de la ofensiva israelí lanzada en respuesta a la “operación Inundación de Al-Aqsa” de Hamas, el 7 de octubre de 2023, en la cual se dio muerte a 1.195 israelíes. “El crimen más odioso es acostumbrarse a todo esto y callarse”, escribe en X (ex-Twitter) el poeta palestino Mosab Abu Toha, el 4 de julio recién pasado. No es el único en deplorar que el horror en Gaza parezca haberse vuelto la nueva norma.

“Los Palestines de Gaza informan que anoche fue una de las peores desde el comienzo del genocidio. Vaya un recordatorio: que la cobertura mediática del genocidio haya disminuido en los grandes medios no significa que las cosas se hayan calmado”, escribe el 8 de julio en X la co-fundadora del centro de investigación palestino Al-Shabaka, Yara Hawari.

La caída del interés de los medios occidentales refleja, según ella, “el racismo estructural” que considera que “para Palestina y les palestines, la muerte y la destrucción son un estado normal de las cosas, inherente a nuestra parte del mundo”. La escritora y politóloga palestina cree que es necesario precisar que:

No hay nada normal en que les niñes deban recoger pedazos de sus padres después de un ataque aéreo, o que la gente sea hambreada a la fuerza y que asistamos a un genocidio en directo.

El martes 9 de julio, los ojos están clavados en la semifinal de la Eurocopa 2024 entre Francia y España. En ese mismo momento, palestines desplazados por los repetidos bombardeos patean la pelota en el patio de la escuela Al-Rawda, al este de Khan Younès. Un espectador filma la escena. Repentinamente, un misil israelí aterriza sobre la escuela y una enésima masacre aparece en las redes sociales de los espectadores del mundo entero.

“Las imágenes de niños pulverizados mientras jugaban fútbol están frente a nosotros, pero el mundo mira para otro lado”, reacciona Pierre Haski, uno de los pocos periodistas del Hexágono [Francia continental] que mencionó esta nueva masacre. ¿Pero hacia dónde miramos, y por qué?

Al igual de Yara Hawari, el político palestino Khalil Sayegh denuncia que “el racismo está impidiendo a los medios occidentales conmoverse con lo que pasa en Gaza de la misma manera que en Ucrania”. Y agrega, sobre la tendencia de los medios a saltar siempre de una crisis a otra : “El conflicto de Gaza fue cubierto durante unos meses, pero de ahora en adelante las elecciones en Francia, Reino Unido y Estados Unidos está desviando la atención”, dice.

Respecto de las redes sociales y el desencanto creciente entre las opiniones occidentales y los medios tradicionales, Hayat El-Hariri recuerda que, a pesar de la moderada cobertura mediática, las demostraciones de apoyo a Gaza más importantes ocurrieron en los países occidentales. Si éstas cesaron, sería en parte por una razón prosaica: “Las manifestaciones pro-palestinas que han sacudido las universidades del mundo entero tuvieron lugar durante el período de los exámenes de fin de año. Ahora son las vacaciones de verano e Israel saca provecho de ellas para actuar en medio de una indiferencia aumentada”, dice.

“La franja de Gaza ha devenido un cementerio”

A la inversa, en el mundo árabe, a excepción de las gigantescas manifestaciones en Jordania y en Yemen, la opinión se mostró más timorata. Khalil Sayegh admite que esperaba "tal vez más del mundo árabe, especialmente cuando las masacres ocurrieron durante el Ramadán”. ¿Pero es esta aparente indiferencia el reflejo de la opinión pública? Según él, ante tal nivel de horror “el mundo árabe se hubiera incendiado” antes de la “Primavera Árabe”. Pero “los nuevos regímenes nacidos de la represión de la Primavera Árabe ahogan toda libertad de expresión”, explica.

¿Otro factor que explique esta sensación de caída del interés actual de la opinión pública? La necesidad de preservarse a sí mismo del abatimiento. “Hay dos opciones: o seguir continuamente los horrores con el riesgo de derrumbarse, o dar a veces un paso atrás, pero trabajando todavía por la causa palestina”, resume Hayat El-Hariri. El agotamiento puede así resultar de la sensación de fracaso en la perspectiva de cambiar las cosas sobre el terreno. “Las masas del mundo entero están todavía al lado de Palestina”, reconoce Yara Hawari. Pero “ninguna presión ha forzado al régimen israelí al cese del fuego. Pienso entonces que la gente está frustrada con esta situación”.

No obstante, “hacer la vista gorda es un error", estima Hayat El-Hariri, para quien, aunque el cambio toma tiempo, “la resiliencia de les Palestines de Gaza merece más y mejor que nuestro abatimiento”. Para estos últimos, resignarse no es una opción. Habiéndose ido de la franja de Gaza después de seis meses filmando el horror, Yousef D. Hammash, cineasta nativo de Jabaliya [ciudad del norte de la franja de Gaza], continúa ahora sus esfuerzos desde Londres:

Tengo una responsabilidad como narrador de historias, porque todo reposa sobre nosotros, los periodistas palestines. La única herramienta de la que disponemos para defender nuestra causa es nuestra cámara.

En el último reportaje que produjo para Channel 4 [cadena de televisión británica] el 9 de julio, un hospital de la ciudad de Gaza vio llegar decenas de niñes herides o muertes después de un bombardeo israelí, en la ciudad de la cual el Estado israelí ordenó nuevamente la evacuación a los civiles el 10 de julio. Una mujer se acerca, con su niña muerta en brazos. “Esperé catorce años antes de lograr darle luz”, grita. “¿Dónde vamos a enterrarla?”, pregunta su hermano, antes de reiterar: “Toda la franja de Gaza se ha vuelto un cementerio”.

El anterior es un testimonio que interrumpe la deshumanización de las víctimas de Gaza, dado que tal deshumanización también está ligada al hecho de que las masacres se llevan a cabo cada vez más a puerta mediática cerrada. Pues, además de la cobertura en descenso de los medios occidentales, empujada también por la prohibición de penetrar en el enclave en ausencia del ejército israelí, los ataques reiterados contra periodistas palestines amenazan con transformar a Gaza en un hoyo negro de la información. El 6 de julio, cinco periodistas murieron en veinticuatro horas, elevando a 158 el número de periodistas de Gaza asesinados desde el 7 de octubre de 2023, según la oficina de los medios del gobierno local, mientras el Comité para la Protección de los Periodistas deplora la muerte de 108 periodistas palestines.

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 Traducción del francés al español por Baptistine Guevart. Revisada por Gonzalo Díaz-Letelier.