Contexto, por Gonzalo Díaz Letelier.
En agosto de 2016 hubo dos eventos en el ámbito de la educación que pusieron de manifiesto la facticidad del capital afirmada por el autoritarismo neoliberal del gobierno chileno (Nueva Mayoría, segunda presidencia de la "socialista" Michelle Bachelet): el frenazo al proyecto de la Universidad de Aysén llevado adelante por el rectorado de Roxana Pey y el intento de eliminar la asignatura de filosofía del plan común de la enseñanza media.
Por una parte, en el caso de la Universidad de Aysén --proyecto de universidad pública-estatal liderado por la destituida rectora Roxana Pey--, habría que apuntar que se trata paradigmáticamente de un acto más en orden a la destrucción de la universidad pública, en este caso en función de los intereses del capital financiero (bancos que otorgan el "Crédito con Aval de Estado" para los estudiantes), corporativo-educacional (grupos de inversión en educación universitaria privada) y terrateniente (terrenos fiscales asignados para la construcción del campus universitario, pero tomados por la Sociedad Nacional de Agricultura desde la dictadura, organización gremial a la que hasta ahora nadie del gobierno exige la restitución de los terrenos). Por abortar un proyecto de universidad pública gratuita y democrática (que tocaba intereses que iban desde el capital financiero hasta los terratenientes pinochetistas de la región) el gobierno a través de una ministra pasaba la máquina sobre la autonomía universitaria, destituyendo por decreto a la rectora Roxana Pey (U. de Aysén), pasando por encima del rector Ennio Vivaldi (U. de Chile, tutora del proyecto) y poniendo así en entredicho toda expresión de proyección democratizadora de la universidad, en función de la férrea defensa del dispositivo universitario neoliberal. Así, para contextualizar, mientras en el sur el gobierno NM echaba abajo un proyecto de universidad pública, gratuita y democrática para los ayseninos, en el norte empleaba la brutalidad policial para desalojar a más de 1.200 familias de la toma La Pampa en Alto Hospicio, y en el centro-sur del país se removía al fiscal Emiliano Arias del caso Corpesca (por afirmar en una entrevista que "en la génesis de la Ley de Pesca hubo corrupción") y a la abogada Manuela Royo, defensora de los mapuche imputados en caso Luchsinger, removida del caso por presiones políticas de la UDI, RN y el gobierno --siendo estos últimos dos ejemplos de "remociones" o "destituciones" que expresan la tecnología del microgolpismo legal al uso contra quien amenace la territorialización del capital. Todo esto mientras, en medio de un asedio policial-militar normalizado a las comunidades mapuche del sur, la comunidad “Llanquilef” de Puyehue recibía un primer fallo judicial que indica que deben desalojar los terrenos que disputan desde 2014 con Francisca Ponce Pinochet (hija de Julio Ponce Lerou, nieta de Pinochet). Estos casos son sólo destellos en medio de la constelación de una catástrofe invisibilizada, disfrazada y/o maquillada por las cifras de los tecnócratas, esos teólogos secularizados, con toda su cosmética policial. De modo que el gobierno NM, con toda la fuerza de su núcleo neoliberal autoritario, defiende al capital con la violencia de la policía militarizada, con la ley sacralizada de Pinochet y con el despliegue espectacular de la liturgia mediática. Ni educación pública, ni trabajo bien retribuido, ni salud ni pensiones decentes, ni tierra para habitar. Sólo la imposición de una forma de vida que convierte al país entero en un gran campo de concentración de "población" explotable, castigable, domesticable, productivizable, desechable y matable.
Como si esto fuera poco, el mismo mes trascendió que algunos equipos de trabajo del Ministerio de Educación del gobierno de Chile estaban diseñando las vías para implementar la eliminación de la asignatura de Filosofía del plan común de Educación Media. Se sumaba así una nueva lucha, esta vez no por la desterritorialización jurídica e institucional del capital (educación, pensiones, salud, y en la base la Constitución de Pinochet-Guzmán), sino por una cuestión básica: la posibilidad de conocer y desmontar críticamente la trama de discursos que fundamentan y articulan históricamente las estructuras y dinámicas de poder (central y difuso) que capturan la potencia de la vida, productivizándola, despojándola, castigándola, matándola. El gobierno NM iba de mal en peor: defensores y administradores del legado de la dictadura, ensamblados a la máquina de guerra del capital, tecnocráticos y represores, enemigos del pensamiento y de la politización, pretendían ahora eliminar "filosofía" del plan común de educación media --asignatura que en las escuelas suele funcionar como discurso soporífero del orden, pero que también en muchas ocasiones abre el espacio irruptivo de la crítica más radical del hábito y del gobierno de la vida. Ahora vamos sabiendo paulatinamente cuál es el desplazamiento que aquí opera: conjurar el peligro de un pensamiento inútil y subversivo por la utilidad de una instrucción para el conocimiento y respeto acrítico de las instituciones ("formación ciudadana", que es donde se pretende subsumir la enseñanza de filosofía) y para generar la competencia de administrar la vida personal empresarizada y financiarizada ("educación financiera", asignatura que se pretende sumar al curriculum).
* * *
Una
carta a mis colegas chilenos:
Estoy
escribiendo para expresar mi consternación por la propuesta ofrecida por el Ministerio
de Educación de Chile, de remover el campo de la filosofía del plan de estudios
requerido a nivel nacional a los estudiantes de escuelas secundarias –y para
solidarizar con aquellos de ustedes, amigos y colegas, que están trabajando
para oponerse a la implementación de la medida. Les escribo como un educador
que enseña filosofía y literatura en la universidad, pero también como un
académico que ha tenido la ocasión de colaborar estrechamente y publicar el
trabajo de filósofos chilenos, habiendo tenido además el privilegio de conocer
y trabajar con estudiantes de filosofía chilenos de pregrado y postgrado. La
formación que han recibido no tiene igual: rigurosa, amplia, imaginativa,
abierta; en pocas palabras, el más alto ejemplo de la especie de “pensamiento
crítico” que el Ministerio de Educación de Chile dice querer promover, pero que,
ante la evidencia de esta propuesta mal concebida, muestra que busca más bien socavar.
El argumento del Ministerio es claramente contradictorio: eliminar el estudio
de la filosofía, como venía siendo enseñada por los profesores educados en ese
campo, en nombre de la promoción del “pensamiento crítico”. Pero algo más yace
tras esta contradicción: el deseo de subordinar el “pensamiento crítico” al
pensamiento del mercado.
Yo
enseño en un país que ha sido exitoso en relegar a la filosofía a los rincones
más oscuros y menos frecuentados de la universidad. Los resultados de esto para
la cultura política en los Estados Unidos están tristemente a la vista en la
elección actual: una incapacidad general para pensar críticamente sobre el
ascenso de la extrema derecha; el resurgimiento de políticas y candidatos
racistas, xenófobos y aislacionistas; un abrazo ciego y desinformado del más
salvaje individualismo; la primacía del mercado. No es que la ausencia del tema
de la filosofía en el sistema educativo haya causado estos eventos impactantes
en los Estados Unidos –pero su ausencia ha ayudado a hacer imposible un
compromiso cívico sostenido con la crítica de las causas fundamentales de estos
fenómenos malignos. Si esta es la dirección que la clase política de Chile
desea que tome el país, deberían tener el coraje de decir a sus ciudadanos cuáles
son sus verdaderos objetivos. Sólo una profundización de la cultura filosófica
de un país puede dar forma al discurso cívico que resista la ola sombría de la
globalización que fluye desde Chicago, Nueva York, Pekín y la Unión Europea.
Todo
lo mejor de mí,
Jacques.
Jacques
Lezra
Profesor
Universidad
de Nueva York
Universidad de
California en Riverside
Jueves 25 de de agosto de 2016.
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* Traducción del inglés al español por Gonzalo Díaz Letelier.
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* Traducción del inglés al español por Gonzalo Díaz Letelier.